El último viernes de
octubre [el 28-O] pasó algo importante que merece algo más que unas
pocas líneas en un diario. Cuando faltaban pocos días para que acabara la
carrera presidencial en las elecciones más decisivas de la historia de
Estados Unidos es fácil entender por qué las noticias se han ocupado tan
poco de la cuestión en lugar de contarles a todos que algo cataclísmico
había sucedido ese viernes.
La empresa petrolera más grande del
sector, Exxon, anunció que iba atener que recortar las reservas probadas
e informadas en algo menos de un quinto: el 19 por ciento.
Esta sería la mayor revisión de las reservas en la historia de la industria del crudo. Aun así, es otra señal de que la gran industria petrolera tiene un gran problema.
Durante años se venía advirtiendo de que el
modelo de negocio del petróleo tenía una falla fundamental, y no solo
estaba poniendo en riesgo el clima del planeta sino también millones de
dólares de los accionistas.
Durante años, los críticos de esta
industria avisaron de que la industria del petróleo estaba haciendo caso
omiso de los riesgos relacionados con el cambio climático y solo se
cuidaba de perforar costara lo que costase.
Pero los hombres del petróleo hicieron lo que acostumbran hacer: extraer crudo y gas sin que importaran las consecuencias.
Y
la peor de todas las empresas petrolíferas ha sido Exxon, que durante
décadas ha negado el cambio climático y el impacto que este cambio
tendrá en su propio negocio. Durante años y años podría haber invertido
sabiamente en energías renovables pero prefirió continuar buscando más
petróleo y gas, incluyendo el petróleo no convencional. Los críticos
advirtieron de que esto era una verdadera locura, pero los hombres del
petróleo continuaron perforando.
La industria de petróleo está acostumbrada a hacer las cosas a su manera.
Las
advertencias han continuado, pero los chicos de Exxon no las escuchan,
Oil Change International, 350.org, Carbon Tracker y muchos otros grupos
que integran el movimiento #keepintheground (mantenerlo bajo tierra)
llevan varios años insistiendo en que gran parte de las reservas de
petróleo deben permanecer allí donde están, bajo tierra, sin ser
explotadas. Estos grupos advierten de que las reservas de combustibles
fósiles se convertirán en “activos perdidos”.
Es frecuente que
Exxon haga caso omiso de estas advertencias y las considere irrelevantes
y propias de hippies que calzan sandalias y comen lentejas, y que
quieren que la humanidad regrese a la edad de piedra.
Y continúa perforando. Y desprecia el hecho de que cualquiera de sus activos pueda llegar a perderse.
Pero
entonces, en diciembre del pasado año, llegó el acuerdo de París sobre
el cambio climático. “Con el acuerdo de París ratificado (...) ninguna
empresa tiene tanto para perder como Exxon”, escribió el Chicago Tribune en una estupenda nota publicada el 28 de octubre con el título de “Exxon en la tierra de nadie”.
El Chicago Tribune
continuaba: “Durante años, las grandes empresas petroleras han estado
haciendo muy grandes inversiones sobre la base de un modelo de negocio
aparentemente sencillo: encontrar al menos tanto petróleo nuevo como el
que se extrae y se vende, asentar ese crudo en el rubro ‘ventas futuras’
de los libros y reinvertir en la búsqueda de nuevas reservas. Eso tiene
sentido mientras suba el precio del petróleo, pero deja presas a las
empresas en un círculo vicioso de reaprovisionamiento que las obliga a
conseguir yacimientos de crudo cada vez más extremos y onerosos, como
los del Ártico y los que están debajo del fondo marino”.
Y
agregaba: “La extracción de petróleo barato se ha parado en seco, y la
amenaza de la acción climática plantea interrogantes fundamentales
respecto a si alguna vez volverá a ser viable”.
La cuestión de la
viabilidad en el largo plazo también ha sido planteada por numerosas
organizaciones en los últimos 18 meses. El año pasado, la guardiana de
la energía –la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas
en inglés), sostuvo que si pretendemos mantener el cambio climático
dentro de los límites acordados en París, no deberían quemarse dos
tercios de las reservas conocidas de petróleo.
Pero Exxon continúa perforando.
El
año pasado, el banco de inversión Citigroup publicó un informe en el
que advertía de que la puesta en marcha de políticas para contener el
cambio climático podía hacer que buena parte de las reservas de petróleo
de varias compañías perdiesen su valor, lo que conduciría a la pérdida
de billones (trillions) de dólares.
Pero Exxon desoyó las advertencias.
En mayo de este año, por medio de un informe titulado La muerte del antiguo modelo de negocio,
Chatham House, de Londres, avisó a las mayores empresas petroleras del
mundo de que “Se enfrentaban con la opción de elegir entre un deterioro
moderado [del negocio] mediante la reducción de tamaño y el rápido
derrumbe en el caso de tratar de seguir de la forma acostumbrada.
Algo
importante: la mayor parte de las reservas descartadas por Exxon –unos
3.600 millones de barriles– corresponden al proyecto de las sucias
arenas bituminosas de Kearl, Canadá. Esta reducción constituye más del
75 por ciento de las reservas de Exxon. La explotación de arenas
bituminosas no solo implica un intenso gasto de energía; además es muy
cara.
En un mundo en el que, además de la caída del precio del
crudo, se está obligado a reducir la producción de gases de efecto
invernadero, las arenas bituminosas son un activo perdido.
“La
cuestión de las arenas bituminosas es un punto crítico”, sostiene Andrew
Logan, director del programa ‘petróleo y gas’ de la organización de
inversiones éticas Ceres. “¿Por qué invertiría en estos momentos miles
de millones de dólares cualquier firma inversionista en un nuevo
proyecto basado en las arenas bituminosas cuando se tiene la certeza de
que en poco tiempo más el mundo dejará de utilizar los combustibles
fósiles y llevará décadas recuperar el dinero invertido en ese
proyecto?”.
Ciertamente, los días anteriores al anuncio hecho del viernes 28 de octubre, CNN Money
señalaba en un artículo justamente el gran problema en el que se
encontraba el gigante del petróleo. “Las reservas de Exxon se han
reducido en un 17 por ciento del pico que había registrado en 2014 en
coincidencia con la fuerte caída del precio del crudo. Los beneficios de
la gigantesca corporación petrolera han descendido al nivel de hace 17
años, y la que una vez fue una perfecta clasificación crediticia AAA hoy
se ha evaporado.”
La nota citaba a Tom Sancillo, ex
subinterventor del estado de Nueva York y en estos momentos director de
finanzas del Instituto de Economía y Análisis Financiero en el sector de
la Energía (IEEFA, por sus siglas en inglés), que decía que Exxon
estaba viviendo una “decadencia irreversible”.
El anuncio hecho
el viernes 28-O es una evidencia más de que estamos siendo testigos del
comienzo del final de la era del petróleo.
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